Los requerimientos para esta obra fueron bastante complejos, por accesibilidad, geografía escarpada del terreno, orientación y principalmente por la cercanía al camino, lo que no solo generaba falta de privacidad, sino que también muchísima polución ya que es un camino enripiado.

Debíamos hacer una casa que lidiara de manera eficiente con esta situación de cercanía al camino y de constante polvo de tierra en suspensión, justamente desde el nor-oriente donde teníamos la obligación de captar el poco sol que llega en el lugar. El problema fue entonces que, si hacíamos ventanas hacia esa fachada, perderíamos privacidad y se mantendrían constantemente empolvadas de tierra.

Nace la idea de hacer un gran muro completamente de policarbonato por ambas caras para que entrase la mayor cantidad de luz posible y que al mismo tiempo contara con un velo o celosía de palos de coigue la que funciona como un verdadero atrapa polvo, da privacidad y no solo deja entrar la luz si no que la filtra y nos regala una hermosa textura interior que cambia su forma a través del día. Hacia el río la casa se abre completamente, logrando una vista panorámica y una conexión con el exterior única. Al habitar esta casa nos olvidamos completamente que estamos al lado del camino.

Hecha con materiales de la zona, que no requieren mantención y que responden y se ajustan a las exigencias climáticas y culturales de la Patagonia.